Cuando hablamos de seguros para empresas, uno de los aspectos fundamentales que no debe pasarse por alto es la cobertura contra la interrupción de la actividad, también conocida como lucro cesante, pérdida de beneficios, pérdida de explotación o paralización de la actividad. La denominación y el alcance de esta cobertura varían según la modalidad contratada y las condiciones específicas de la póliza.
Esta garantía está diseñada para cubrir los gastos habituales desde el momento en que ocurre un siniestro, como un incendio o una inundación, hasta la reanudación completa de la actividad. Es vital tener en cuenta que un siniestro nosolo implica daños materiales,sino también daños consecuenciales. Estos últimos son atendidos mediante la cobertura de pérdida de beneficios, que complementa las pólizas de daños yfacilitala recuperaciónoperativa de la empresa en el menor tiempo posible.
El objetivo principal de esta cobertura es compensar a la empresa para que su cuenta de resultados refleje los mismos niveles financieros que hubiera tenido si el siniestro no hubiese ocurrido. Generalmente, las pólizas contemplan incidentes como incendios, rayos y explosiones o implosiones. Sin embargo, muchas también incluyen garantías adicionales que cubren fenómenos como fuertes tormentas, vandalismo o disturbios tumultuarios.
Si una empresa se ve obligada a detener parcial o totalmente su actividad debido a uno de estos eventos, el seguro proporcionará una indemnización acorde con la modalidad contratada. Es crucial calcular con precisión el tiempo necesario para restablecer la actividad normal, ya que las pólizas suelen establecer un límite temporal específico. Definir este período adecuadamente puede ser determinante para evitar insuficiencias y garantizar la continuidad del negocio, evitando el riesgo de un cierre definitivo.
Para que la cobertura funcione de manera óptima, es indispensable declarar correctamente factores clave como la facturación anual, los gastos fijos y el beneficio bruto de la empresa. Estas declaraciones deben actualizarse anualmente para reflejar cambios en el negocio y evitar desajustes en la cobertura.
Existen tres modalidades principales para calcular las indemnizaciones en caso de siniestro:
Cualquiera que sea la modalidad elegida, las pérdidas indemnizables generalmente se calculan con base en factores como la disminución del volumen de negocio, los incrementos en los costos operativos o los gastos extraordinarios relacionados con minimizar el impacto del siniestro (también llamados "gastos de salvamento"). Estos gastos pueden incluir medidas como contratar personal adicional para agilizar reparaciones o alquilar espacios provisionales para proteger mercancías dañadas. Tales acciones buscan mitigar los efectos económicos y operativos del incidente.
Un elemento clave en todo este proceso es el papel del mediador. Ante siniestros significativos que requieran indemnizaciones importantes, suelen surgir negociaciones complejas en las que resulta esencial defender los intereses del asegurado. Contar con asesoría especializada y conocer en profundidad tanto las condiciones de la póliza como los derechos del asegurado puede marcar una diferencia sustancial en estas situaciones.
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